Beneficios para clientes Santander los días jueves y sábados

Autor: Melo, Adrián

ISBN: 978-987-1294-59-6

Género: Antología

Edición: 2015

Editorial: Aurelia Rivera

Tapa: Blanda

Cant. de páginas: 206


[…] ¿Es posible construir otro paradigma cultural en torno al culo masculino, a sus usos y a sus atributos? Sí, en la medida en que existe otra tradición que este libro intenta subrayar y rescatar y es aquella que las sociedades occidentales han tendido a desechar (así como el culo masculino está llamado a ocupar únicamente el lugar de excretor de los deshechos en la heteronormatividad). Son textos faúnicos, dionisíacos, abyectos.

¿Cuáles son esos textos? Habrá que remontarse a poetas del siglo II a. C. como Discórides o Riano, elogiadores de hermosos culos de muchachos; a la escena de Zeus contemplando el culo de Ganímenes, al emperador Adriano que hizo inmortalizar el bello rostro y el culo perfecto de su amante Antínoo; al romano Cátulo elogiando las mieles del agujero de Juvencio y el placer de penetrarlo, al muchacho de Pergamo del Satiricón de Petronio, al poeta Abu Nowas de Las mil y una noches, adorador de muchachos de traseros turgentes o con un lunar en la nalga, al desfile de culos de la obra de Sade; al “Soneto al ojo del culo” compuesto por Paul Verlaine y su amante Arthur Rimbaud; a la línea de la belleza que desciende por la columna y desemboca en las nalgas, reivindicada por Alan Hollinghurst; al goce de la cola del argentino Tulio Carella ante las embestidas del muchacho King Kong en las playas ardientes de Bahía, a Madame Satã, malandra y orgulloso de ser pasivo; al brasileño Cazuza que cantó al sexo y al placer de bellos muchachos a los que ofreció el culo o dio por el culo en las ardientes playas de Copacabana; al reino del culo de la desaparecida civilización Tadyes de Osvaldo Lamborghini; a Myra Beckindridge, la travesti que penetra con un dildo al macho man Rusty en la novela de Gore Vidal; a la escena del marinero Querelle de Jean Genet gimiendo dulcemente y luego jadeando sin pudor frente a los bombeos del brutal Norbert. Con el sida, el culo tendió a convertirse en el lugar por excelencia del cuerpo pecador y del castigo divino y, por ello son tan vitaleslos textos eróticos de autores como Hervé Guibert, Pablo Pérez o Cyril Collard, entre tantos otros. […] Adrián Melo.

Antología del culo: textos de placer anal y de orgullo pasivo

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Autor: Melo, Adrián

ISBN: 978-987-1294-59-6

Género: Antología

Edición: 2015

Editorial: Aurelia Rivera

Tapa: Blanda

Cant. de páginas: 206


[…] ¿Es posible construir otro paradigma cultural en torno al culo masculino, a sus usos y a sus atributos? Sí, en la medida en que existe otra tradición que este libro intenta subrayar y rescatar y es aquella que las sociedades occidentales han tendido a desechar (así como el culo masculino está llamado a ocupar únicamente el lugar de excretor de los deshechos en la heteronormatividad). Son textos faúnicos, dionisíacos, abyectos.

¿Cuáles son esos textos? Habrá que remontarse a poetas del siglo II a. C. como Discórides o Riano, elogiadores de hermosos culos de muchachos; a la escena de Zeus contemplando el culo de Ganímenes, al emperador Adriano que hizo inmortalizar el bello rostro y el culo perfecto de su amante Antínoo; al romano Cátulo elogiando las mieles del agujero de Juvencio y el placer de penetrarlo, al muchacho de Pergamo del Satiricón de Petronio, al poeta Abu Nowas de Las mil y una noches, adorador de muchachos de traseros turgentes o con un lunar en la nalga, al desfile de culos de la obra de Sade; al “Soneto al ojo del culo” compuesto por Paul Verlaine y su amante Arthur Rimbaud; a la línea de la belleza que desciende por la columna y desemboca en las nalgas, reivindicada por Alan Hollinghurst; al goce de la cola del argentino Tulio Carella ante las embestidas del muchacho King Kong en las playas ardientes de Bahía, a Madame Satã, malandra y orgulloso de ser pasivo; al brasileño Cazuza que cantó al sexo y al placer de bellos muchachos a los que ofreció el culo o dio por el culo en las ardientes playas de Copacabana; al reino del culo de la desaparecida civilización Tadyes de Osvaldo Lamborghini; a Myra Beckindridge, la travesti que penetra con un dildo al macho man Rusty en la novela de Gore Vidal; a la escena del marinero Querelle de Jean Genet gimiendo dulcemente y luego jadeando sin pudor frente a los bombeos del brutal Norbert. Con el sida, el culo tendió a convertirse en el lugar por excelencia del cuerpo pecador y del castigo divino y, por ello son tan vitaleslos textos eróticos de autores como Hervé Guibert, Pablo Pérez o Cyril Collard, entre tantos otros. […] Adrián Melo.

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